domingo, 17 de febrero de 2013

2013-02-17: Marcha en defensa de los humedales manchegos. Ruidera.



Fotos: Vicente Luchena














Manifiesto en defensa de los humedales manchegos
Salvemos La Mancha Húmeda

Hoy nos hemos citado aquí, en el parque natural de las Lagunas de Ruidera, uno de los más valiosos tesoros lacustres de La Mancha, personas de toda la provincia para denunciar la crítica situación en que se encuentran los ecosistemas hídricos manchegos. Con esta marcha que acabamos de realizar queremos hacer un llamamiento a toda la población, y muy especialmente a nuestros gobernantes, para que se adopten medidas urgentes que protejan nuestros humedales de las múltiples agresiones que sufren, de modo que recuperen su estado natural.

El agua es uno de esos recursos que son esenciales para la subsistencia y para el desarrollo de cualquier actividad de los seres vivos. Prueba de ello es que las comunidades humanas se han asentado durante miles de años en los valles fluviales, sus llanuras inundables y sistemas lacustres como este en el que ahora nos encontramos.

Más allá del valor económico que los humedales aportan a sectores como la agricultura, la pesca, la industria o el turismo, su importancia reside en la gran diversidad biológica que albergan. Además de ser los principales generadores de recursos hídricos para abastecimiento de agua dulce, son reguladores del ciclo del agua, reteniendo las grandes avenidas, almacenando el sobrante de agua en los periodos húmedos y liberándolo en los secos. Las zonas húmedas sirven de depuradoras naturales que retienen el exceso de nutrientes o contaminantes de las aguas, y también son reguladoras del clima, jugando un papel esencial contra el cambio climático al ser importantes sumideros de carbono.

Los manchegos podemos sentirnos afortunados pues, a pesar de vivir en una región interior, disponemos de un privilegiado ecosistema hídrico, repleto de cuencas fluviales, sistemas lacustres e inmensos acuíferos interconectados, que han llevado a la UNESCO a catalogarlo como Reserva Mundial de la Biosfera. Estos humedales no sólo favorecen la vida de multitud de especies animales y vegetales, sino que también han hecho posible que los manchegos habitemos y poblemos estas llanuras a lo largo de toda la historia.

Pero si algo no hemos aprendido de nuestros ancestros, por mucho progreso y avance tecnológico del que nos jactemos, es a valorar y proteger los recursos naturales y los ecosistemas que hacen factible nuestra vida y la de las generaciones futuras. En unas pocas décadas hemos destruido este enorme legado de la Naturaleza que nuestros antepasados supieron gestionar de forma sensata. Las políticas insostenibles del pasado siglo que han potenciado la agricultura industrial intensiva, el urbanismo desaforado y el cambio climático, han secado nuestros ríos, lagunas y acuíferos, y han contaminado sus aguas hasta el punto de poner en serio riesgo su potabilidad, hipotecando la salud ambiental de nuestro presente, el futuro de nuestros hijos y el de la biodiversidad. Nuestros grandes tesoros húmedos, como las Tablas de Daimiel o las Lagunas de Ruidera agonizan lentamente. Pese a aparentes situaciones de mejoría interesadamente resaltadas, fruto de circunstancias meteorológicas puntuales, la sobreexplotación de los acuíferos compromete seriamente el futuro de los humedales manchegos.

Pero como siempre que se trata de la gestión de lo público, el principal responsable de esta catástrofe no es otro que nuestro Gobierno autonómico, que ha consentido en muchas ocasiones, e impulsado en otras, todas estas agresiones, en nombre de un crecimiento económico que siempre acaba beneficiando a unos pocos y perjudicando a la mayoría. Si el antiguo gobierno del PSOE fue responsable de la sobreexplotación de los acuíferos, al nuevo Gobierno del Partido Popular le ha faltado tiempo para acabar con el Plan Especial del Alto Guadiana, poniendo en seria duda el cumplimiento de la Directiva Marco del Agua. Estos  despropósitos medioambientales, han puesto también en riesgo la catalogación de la Mancha Húmeda por parte de la UNESCO como Reserva de la Biosfera, lo que supondría, no sólo una catástrofe ambiental sin precedentes, sino también una importante pérdida de credibilidad y de ingresos provenientes de la Unión Europea.

Y por si no fuera poco, surgen nuevas amenazas para nuestros desvalidos humedales. La última se llama “fractura hidráulica” (fracking, en inglés). Se trata de un nuevo sistema de extracción de gas enormemente agresivo, que provoca la contaminación de las aguas tanto subterráneas como superficiales. En nuestra región ya se ha dado luz verde a varios estudios de prospección, uno de ellos justo al lado de las Lagunas de Ruidera, en el término municipal de Alhambra. Desde Ecologistas en Acción, pedimos a nuestro Gobierno que siga el ejemplo de otras comunidades autónomas como la de Aragón, que han comprendido la gravedad de esta nueva amenaza, y declare la región Castellano-Manchega territorio libre de fracking.

Por último, queremos recordar a la población manchega y particularmente a los políticos y grandes empresarios que el agua es un bien común, del que todas la ciudadanía tiene derecho a beneficiarse, y que, por tanto, no tienen legitimidad para convertirla en una mercancía más con la que especular en los mercados, como pretenden. Es un error tratar de salir de esta crisis económica sobreexplotando nuestros recursos naturales y agudizando la crisis ambiental, porque finalmente el destino del hombre va unido al de la Naturaleza. Tenemos derecho a ver correr nuestros ríos y arroyos; tenemos derecho a ver sus límites deslindados; a que sus cauces y riberas se pueblen de vegetación constantemente; a que nuestras charcas, navas, vegas, tablas, lagunas y aguazales se inunden; tenemos derecho a que de nuestros humedales emane la vida libremente. Asumamos el compromiso moral de recuperar y transmitir el vínculo de este legado, hacerle justicia y conservarlo.
  
Lagunas de Ruidera
Ecologistas en Acción de Ciudad Real, a 17 de febrero de 2013


domingo, 3 de febrero de 2013

2013-02-03: Ruta de Alfonso Onceno, Navezuelas-Guadalupe



Fotos: Rosario del Pozo











Crónica de la marcha senderista por la “Ruta de Alfonso Onceno”,
entre Navezuelas y Guadalupe (Cáceres)
3 de Febrero de 2013
Geoparque Ibores-Villuercas-Jara

Salimos de Puertollano a las 7:00 horas. ¡Vaya horas para un domingo! El autobús, con parada en Ciudad Real, puso rumbo a nuestro destino en dirección Oeste, atravesando varias localidades de las provincias de Ciudad Real, Badajoz y Cáceres. Ya en el puerto de Puertollano (800 m. de altitud), girando a la izquierda, en dirección a Cañamero y después a la derecha, llegamos a Navezuelas, pasadas las 10:30 horas; justo para tomar el desayuno en el restaurante JB, que nos esperaban con un bizcocho y unos rosquillos recién hechos, aparte de unas tostadas a elegir, lo que nos permitió iniciar nuestro camino por la llamada “Ruta de Alfonso Onceno”.

Atravesamos el pueblo, que se encuentra a una altitud superior a 650 metros, situado en una ladera de la sierra orientada al sur y con cierta pendiente. Se podían diferenciar dos zonas, una antigua con calles estrechas y enrevesadas, con casas pequeñas, y la zona nueva con calles más anchas.

Salimos del pueblo a las 11’30 h. y después de encontrarnos con una fuente –hay muchas más en el municipio- vimos el cartel que nos anunciaba el inicio de la ruta: “Camino Navezuelas-Guadalupe. Ruta de Alfonso Onceno. 16,5 Km. 5 horas”. Esta ruta es un viejo camino de herradura que comunicaba, casi en línea recta, ambas localidades.

Comenzamos el camino divisando en todo momento el pico Villuercas, de 1601 m., el más alto de la sierra de su mismo nombre. Esta ruta transcurre en todo su recorrido por el geoparque de las Villuercas, terminando en la sierra de Guadalupe.

El camino es abrupto, escarpado, en algunos tramos dificultoso, no sólo por la orografía del terreno, sino por el uso indebido (y prohibido) que hacen de él los aficionados al moto-cross, que están provocando una gran erosión, con el desplazamiento de la tierra del sendero y la aparición de piedra suelta sobre él.

Al poco rato encontramos un nuevo cartel que decía. “El valle de Viejas es buen monte de oso en iverno. Et la primera vez que corrimos este monte, fallamos hí diez osos, et soltamos á los seis, et murieron los cuatro”. Corresponde este párrafo a uno de los capítulos del Libro de monterías del rey Alfonso XI que en el año 1337 cazaba osos en el Valle del río Viejas, y así se describía en unos de los capítulos “Et son las vocerías, la una por la cumbre de la sierra que es cantante al Valle Vieja desde el collado de cima fasta en derecho de la Majada del Helechar et la otra por la cumbre de la sierra que es cantante á Roturas desde Collado por cima de la cumbre fasta cima de al Gargantiella de Juanes Domingo. Et son las armadas en esta Majada del Madroño, et otra en la Majada del Helechar. Et que estén renuevos de canes en los Riscos, et sobre la Texeda, porque es el monte grande”. Sobra decir nada más de estos parajes con semejante descripción.

Comenzamos la primera y prolongada subida (la ruta tiene dos) con una luz y una temperatura primaveral. En todo momento divisábamos el perfil tan característico de estas sierras, hasta que al finalizar el ascenso comenzamos a vislumbrar en la lejanía la llanura pacense, llamada también la Siberia extremeña. Ni qué decir, que en estos primeros kilómetros, pudimos disfrutar de una variada flora característica del monte mediterráneo, destacando especialmente los castaños, robles, madroños, alcornoques, y matorrales de jaras y helechos. También pudimos ver el vuelo de un buitre leonado ¡que esperaba al acecho a algunos de los rezagados! En los últimos metros de este ascenso, comenzamos a fotografiar variedades de líquenes, enmarañados a los troncos de los robles desnudos, que habían tejido una gruesa y mullida alfombra, para que nuestros pies disfrutasen al igual que lo hacían nuestros ojos.

Por fin, llegamos al collado de la Pariera (1240 m.) y pudimos contemplar la telaraña de sierras y cordilleras que desde allí se vislumbraban: el Sistema Central, con la Sierra de Gredos (nevada) y la mayoría de las sierras de este geoparque de las sierras de las Villuercas.

Después del ascenso, continuamos subiendo pero más suavente y a nuestro alrededor, pudimos observar y fotografiar variedad de musgos y líquenes (indican la pureza del aire) que viven sobre las piedras y los troncos y, también unas extensas pedrizas que nos hicieron disfrutar aún más del paisaje. En algunas zonas de la umbría el camino seguía helado y finalizamos este ascenso coronando el collado de los Ajos que tiene una altitud de 1220 metros.

Continuamos por el sendero, descendiendo entre piedras y matorrales tapizados por alfombras de hojarascas, musgos, líquenes y troncos centenarios de robles y castaños que se han esculpido con caprichosas formas. En algunos tramos pudimos ver las estacas que señalizaban que nos encontrábamos en el GR 117.

Por fin llegamos al río Viejas (1000 m.), al que escuchábamos en algunas pequeñas cascadas, desde hacía algunos minutos. Pudimos disfrutar de su caudal y la belleza de su cauce, antes de cruzarlo por un pequeño puente y seguidamente continuar esta vez ascendiendo de nuevo, hasta llegar a la era de la Cantera. En este tramo nos encontramos una vivienda rústica, al pie del sendero, cuyos propietarios establecieron una amena conversación con el grupo, hasta que llegaron los últimos senderistas.

Coronada esta segunda y última subida, pudimos descansar nuestros glúteos y servirnos y degustar nuestras viandas.

Ya repuestos y con más ánimo y energía, caminamos el último trayecto, a nuestra vista aparecía cada vez más cerca nuestro destino. Esta vez, también la luz del atardecer hacía brillar el conjunto arquitectónico de la Puebla de Guadalupe y destacaba especialmente el monasterio. Cruzamos la carretera y, bordeándola, hicimos los últimos kilómetros, en los cuales también pudimos ver, entretejidas en los muros, el Ombligo de Venus, planta que nos había hecho compañía a lo largo de todo el camino. Llegamos al pueblo, que se encuentra a una altitud de 600 m. Allí desde las afueras, comenzamos a descender por las calles del pueblo, fijándonos en la arquitectura tradicional, en los balcones, en los porches llenos de plantas y en las chimeneas. Ya en la fuente de los caños admiramos la fachada principal del “Real Monasterio de Santa María de Guadalupe”, y el resto del tiempo lo dedicamos a tomar unos cafés, u otras cosas, y a comprar los riquísimos productos que la zona nos ofrecía, especialmente quesos, miel, embutidos, especias…

Pasadas las 19:00 h. se puso en marcha el autobús de regreso y dimos por finalizado nuestro viaje a las 22:30 horas en el punto de partida.

Mª Rosario del Pozo Izquierdo
Ecologistas en Acción-Valle de Alcudia

2013-02-03: Ruta de Alfonso Onceno, Navezuelas-Guadalupe

Fotos: Vicente Luchena Rodríguez




















































Vídeo: http://youtu.be/CymSTfOHHZY